viernes, 24 de septiembre de 2010

Íthem contra Íthem.

Sigues desdoblada… Eres Mónica, la loca, la desquiciada, la desequilibrada, la deprimida y la caótica. Eres Mónica tras una puerta cerrada con llave gritando a cada segundo que quiere salir, que quiere ver el mundo al que pertenecía, vigilando por un resquicio lo que pasa y sin poder verlo por culpa de las lágrimas… eres la de los sentimientos, la de la autoestima baja, la que hace mucho que no cree en ella, la que sabe que llorando no se arreglan las cosas, y aún así sigue derramando lágrimas inútiles; la misma que se empaña los pensamientos y los desempaña con un “ya se verá” que a su vez no le convence… eres Mónica, la desconsolada depresiva al borde del alcoholismo encerrada en ese zulo cutre de donde no entra ni sale nada, sólo ráfagas de lo que ya siente: autocompasión y decepción que van y vuelven simultáneamente embriagándola de lo de siempre: lloros.

A su vez eres Paula, la decente, la correcta, la equilibrada, la alegre y la perfecta. Eres Paula al otro lado de la puerta, con las llaves en la mano, escuchando a Mónica y deseando que no salga de ahí, que ahora vives tú… Eres Paula con su instinto de supervivencia en la jungla de segundo de bachiller. Eres Paula, la que sonríe sin ser forzada y sólo muestra espíritu de auto superación, confianza en sí misma y alegría a toda costa; la que llega a su casa todos los días feliz y se pasa la tarde estudiando sin ningún tipo de problema… Eres Paula, la fuerte, la implacable, la divertida, la invencible. Invencible hasta que Mónica vuelve a alzar la voz, y te asalta el espíritu compasivo y la dejas salir cuando no haya nadie para que hable, para luego volver a encerrarla en el zulo.

Eres Mónica, infeliz y eres Paula, la coartada. Eres "la niña del Caleidoscopio", la prisionera y la libre, la triste y la alegre, la invencible y la abatida, la de piedra y la de polvo, la que lo es todo, y la que no es nada… la que grita tras la puerta, y la que la escucha con venganza con las llaves en la mano.

Los gritos te agobian en la cabeza, la presencia de Paula vigilando la puerta te mantiene tranquila de que Mónica no saldrá, pero sigue gritando, y hace que te duela la cabeza… parece un caos, pero sabes que el caos no existe, que es la perfección, solo que mal organizada… solo tienes que encontrar la manera de llegar al equilibrio perfecto, de mantener a Mónica a raya sin tener que encerrarla, o curarla con una buena dosis de decisión; hecho esto, el caos de tu mente habrá sido debidamente organizado, y podrás volver a tu versión de la tranquila perfección de la normalidad.


“Doble personalidad en una mente caótico-perfecta.”

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