jueves, 7 de octubre de 2010

Recriminaciones de la mente.

Todo parece normal cuando entras en aquella habitación. Las sillas están donde siempre, junto a sus pupitres, como de costumbre; con la pizarra impecable frente al barullo de los compañeros de clase, todo como siempre. Pero, de repente, sales de tu trance y te das cuenta de que no hay nadie en ese antro, solo el sonido de sus voces; tampoco hay sillas ni pupitres, solo una pizarra completamente destrozada. Parece que hace años que nadie pasa por allí.

De repente te percatas de un espejo situado en el centro de la habitación, y te diriges hacia él con el aumento del volumen de las voces, hasta que por fin ves lo que debería ser tu reflejo. No se trata de tu imagen paralizada la que tienes delante, sino que ves a tus compañeros de clase conversando contigo, todos sonrientes, todos animados.

Por eso te extraña tanto oír esa voz gritando.
-¡Paula!- grita.
-¡Paula!- repite.
-¡Paula!- insiste, entre sollozos- ¡sácame de aquí, por favor!

Los llantos de la chica que gritaba te llevan a un armario en el que no habías reparado hasta ese momento, al fondo de la habitación.

-¡Paula! ¡Sé que estás ahí! ¡Ábreme, por favor!- grita ahogada en sus lágrimas de cocodrilo.

Cual no es tu sorpresa al abrir el armario y ver como la chica, agachada y acurrucada en el fondo del armario, levanta la vista para mirarte con sus ojos verdes anegados de lágrimas; te mira e intenta tranquilizarse.

-No puedo más Paula, necesito salir de aquí, te lo suplico.- Te dice casi en un susurro.
-Eres igualita a mí.- Le dices, como si no hubieras oído sus súplicas.
-¡Qué tonterías dices, Paula! ¡Claro que somos iguales!- su tristeza se vuelve ira.- Deja de intentar entretenerme, sácame de aquí.
-¿Quién eres?
-¿Cómo que quién soy? ¿Es que ya te has olvidado de mí?- Rie irónicamente.- Soy Mónica, joder, soy tus malditos sentimientos, Paula... no te hagas la sueca.
-¿Qué haces aquí?
-Me encerraste para que nadie me viera llorar. Optaste por que solo existiera una de las dos frente a la gente. Pensaste que haríamos explotar la cabeza de la niña del Caleidoscopio de haber continuado ambas luchando entre nosotras, y decidiste encerrarme para siempre.
-Así que, ¿te encerró ella?- dices señalando a la que creíste tu reflejo.
-¡Sí! Pero... un momento, si ella es Paula, ¿tú quién eres?
-Creo que aquella a la que has llamado la niña de Caleidoscopio.

Mónica empieza a gritar y a llorar de forma desalmada, lo cual crea un jaleo que parece que va a hacer que te explote la cabeza... Tu cerebro parece que va a estallar cuando tu cuerpo ha vuelto a la vida, y escuchas las voces de aquellos que esperan a que vuelvas a la realidad junto a tu cuerpo inconsciente... una vez más.


Crónicas de Evasión.

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