sábado, 18 de septiembre de 2010

Vuelta al cole.

Sé que todos, al igual que una servidora, estáis hartos de éste tema... pero no voy a recordároslo, sino que simplemente me conformo con la evasión de todo que me provoca escribir cómo me siento.

¿Os han comentado alguna vez, que la vida es cobarde y traicionera? No es exáctamente eso, pero sí que en más de una ocasión puede parecerte cruel...

Acabo de empezar mi segundo curso de bachiller, después de un 1º pasado sin problemas, y me he pasado el verano dando clases de repaso (así que no he llegado a desconectar del colegio) escepto cuatro días que dediqué a un viaje con mi pareja en sus raíces de la alegre Andalucía y otra semana dedicada a una acampada con mi amado club d'esplai en Vich- Barcelona. Pero después de ambos viajes terminó para mí el verano, pues pasé tres semanas más sin salir de mi casa más que lo justo ya que fui "madre adoptiva" durante ese periodo de tiempo. Me quedaban a penas dos semanas para empezar el colegio cuando volví a dar sólo las clases de repaso, que, pasados los exámenes de setiembre exitosamente, se acabaron y pude volver, a una semana de que terminara, a disfrutar de mi verano.

Durante esa semana hice todos los planes que pude, solapándolos casi para poder llevarme un buen recuerdo de aquello a lo que todos llaman: "la liberación de las vacaciones de verano". Me agoté todo lo que supe y dormí poco a causa de los compromisos nocturnos y los de madrugada... pero llegó el momento, y tuvimos que volver al colegio.

El primer día nos presentaron a la que sería nuestra clase durante los 9 meses restantes, y nos fuimos a casa una hora después sabiendo unos cuantos nombres y la cara de nuestra tutora, pero no demasiada cosa más.

El segundo día empezamos con las presentaciones de asignaturas... así como las nuestras. Todos debimos repetir la ya aborrecida frase de: Hola, me llamo tal, tengo tantos años, y después de bachiller me gustaría estudiar pascual. Ahí fue donde surgió todo.

El desánimo que te dan los profesores al decirte que estás empezando el peor curso de tu vida, así como los que ya han formado parte de tal suplicio te advierten de que no es nada fácil... todo eso debe contrarrestarse con la motivación de: "ahh, bueno, estudiaré este año aunque me la torre, sacaré nota, y así podré estudiar después lo que de verdad me gusta, oh! queridísima carrera de...¡¿De qué?!

Ahí era donde residía mi problema. No tenía una motivación para el curso, así como todos los demás sí lo sabían y, en caso de no tenerlo claro, sabían en torno a qué querían orientarlo pero... ¿y yo? yo no tenía ni idea de nada, y la única cosa que me estiraba lo hacía solo para ser un hobby...

Difícil afrontarte a un curso viendo ésto... y ésto te lleva al pensamiento negativo de todo: de tus asignaturas amadas el año pasado propias de modalidad, ahora solo piensas en lo poco que te gustan; aunque tengas a amigos de siempre y a tu querida pareja en clase, te sientes sola; y de intentar llevarlo todo al día, tus días se vuelven un caos.

El aparentar normalidad, el aparentar que no te importa no estar motivada, el aparentar que te sientes acompañada, el aparentar que no tienes sueño, el aparentar que no estás enferma, el aparentar que no te cuesta llevarlo todo al día... junto a la presión en el pecho de no querer decepcionar a tus padres con tu futura decisión... te hacen ir pasos atrás, y sentirte un poco más desdichada, cuando creias haberte llegado a creer que eras la persona más afortunada sobre la faz de la tierra.

Del optimismo al pesimismo hay sólo un paso, pero puedes darlo de puntillas, siendo sigiloso, para que nadie se entere... Pero lo has dado, y volverlo atrás es mucho más difícil.

Y todo, ¿por qué? Pues porque tú también tienes todo el derecho del mundo a estar de bajón.

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