miércoles, 28 de julio de 2010

No soy tan evidente.

Visité el blog de un amigo hace unos días... creo que lo hico a drede.

Sabe que no puedo resistirme a los placeres que comporta ver mis palabras sobre la pantalla del ordenador... de expresar lo que quiero y necesito decir con la facilidad de pulsar las teclas adecuadas con el orden preciso. Estoy convencida de que tiene consciencia de ello.

El problema se me ha presentado cuando, al crear mi blog, se me me ha preguntado con qué nombre iba a fimrar mis entradas... y ahí empezaron las dudas.

Mi forma de ser, siempre me ha inclinado hacia la gracia de firmar con un pseudónimo... pero como nunca me he atrevido a elegir ninguno, creí que era esta mi oportunidad... pero quería que fuera algo que hablara de mí, de mis características... pero sin pronunciar un nombre propio.

-La "pupas"- como me llamaba mi madre de pequeña, pero era muy pesimista.

-La rarita- como me conocían en mi antiguo colegio, ya que acostumbraba a mostrar mis habilidades haciendo vibrar mis ojos, moviendo las orejas y similares... pero no podía contribuir yo misma a que ese fuera mi mote para siempre.

-La enferma- como me conocen muchos de los alumnos y padres (así como profesores) de mi nuevo instituto, para mi desgracia... y debido a mis frecuentes problemas de salud, y a que mi cuerpo sufria anteriormente de ansiedad, y la manifestaba haciendo que me desplomara por los pasillos. Pero, sin duda alguna, no iba a poner "la enferma" como mi pseudónimo.

-"Florette"- como acostumbraban a llamarme mis compañeros de la residencia "London Reed's School" cuando fui a pasar 3 semanas en ella en el verano de 2008. Pero nadie más que ellos iba a entenderlo; mi pseudónimo debe hablar de mí, no debe ser un mote.

-La niña (no me gusta el término "chica", es muy frio)...- he empezado a escribir pero, para mi sorpresa, no he sabido seguir.

-La niña de la cámara en mano.- He pensado luego, pero ¿acaso sólo tengo eso? un curso de fotografia y ansia por fotografiar... cierto que paseo por la calle y me gusta imaginar que el mundo es como un montón de fotografias solapadas... y tengo mucha afinidad por el mundo de la inmortalidad del momento, pero... ¿solo soy la niña de la cámara? no.

-La niña cronista.- Cierto que escribo una serie de relatos en mi tuenti a los que titulo habitualmente como: "Crónicas de evasión" o "Crónicas de..."; pero, ¿acaso solo soy lo que escrib0? ¿Simplemente soy las palabras encadenadas que cuentan mi vida, o el libro de "realidad-ficción" que intento escribir? no, me niego a reducir mi existencia a palabras.

-La niña de la cámara y el papel- Por fin he encajado dos cosas... dos cosas que forman, sin duda, una parte importante de mi vida y tanto una como la otra las complemento: las fotografias solapadas que forman mi mundo siempre tienen detrás un relato, la vida de alguien, una historia, un secreto... siempre tienen algo. Pero... ¿acaso mis 17 años de vida se reducían a dos aficiones? no podía permitir que mi pseudónimo hablara tan poco de mí.

-La niña enamorada- es un buen nombre, pero... aunque sí que sienta una cierta inclinación romántica y tenga la suerte de mantener en pie una relación que me atrevo a calificar de perfecta... aunque la llama del amor corra por mis venas, aunque esté convencida de haber encontrado al hombre de mi vida, aunque él me haya curado mis vahídos repentinos, y me haya hecho sentir la niña más feliz y perfecta del mundo... no creo que mi cualidad más visible sea la de estar en estado de enamoramiento... creo que tiene que haber algo que lo englobe todo... el por qué de que yo sea así.

-La niña de...- me he puesto a pensar, sin que apareciera en mi cabeza la palabra o palabras que me definieran de una forma correcta.- La niña de... La niña de...

De pronto, me ha venido a la cabeza una de las primeras citas con mi psicóloga, en la que, para conocerme, me pidió que definiera a los miembros de mi familia (uno a uno) con una palabra o una frase, y, a duras penas, conseguí hacerlo... el tema de mi firma en este blog hubiera estado zanjado de no ser porque cuando mi psicóloga me pidió que me autodefiniera... no fui capaz, y, aun ahora, no he sido capaz de hacerlo.

En la siguiente cita, me dijo que cogiera objetos de su casa y que, por sus cualidades, y por su forma... en fin, por todo, definiera con ellos a mis amigos. Eso me encantó, ya que los objetos y las personas son la parte que más valoro de la imagen, y las imágenes forman una parte muy importante de mi vida, así como espero que, en un futuro, sean la base de mi trabajo. Nuevamente, me pidió que me autodefiniera también con un objeto: escogí una revista. Una revista porque está compuesta de imágenes y texto (cosas que me apasionan) y porque su contenido, su forma, su esencia, es el conjunto de todo lo que la rodea (y siempre he sabido que yo no sería quien soy hoy de no ser por quien y cómo está a mi lado). Pero "la niña de la revista" me parecía un pseudónimo que podía ser facilmente malinterpretado, porque tampoco soy aficionada a las revistas, siendo sincera.

De todas formas, mi autodefinición aquél día no fue demasiado espléndida... prefería otra opinión. En una tarde por Palma, en el Dunkin Donnuts de la calle Olmos, sentada en el piso de arriba tan tranquilamente con un amigo que tengo desde la infancia, le pedí que definiera a varias personas cercanas a ambos... las definió con objetos, como había hecho yo... y de pronto, le pregunté:

-Entonces... ahora, defíneme.

No supo definirme esa tarde... o al menos no encontró la palabra exacta que denominaba al objeto en cuestión... pero más tarde la encontramos: un caleidoscopio.

-¿Por qué un caleidoscopio?- Le pregunté.

-Simple...- me miró como si tuviera que haberlo entendido ya, pero por mi expresión de desconcierto en la cara, vio que no era así- todos, al ver el mundo, vemos lo que nos rodea y punto, no vemos nada más. Tú, cuando vas por las mismas calles que va el resto de la gente y las ves diferentes: tú no ves edificios, ves fotografias solapadas y, tras de ellas, la historia de sus inquilinos; tú no ves a un persona, tú ves su historia, ves que tiene secretos, ves que no es solo la apariencia externa, sino que es más que un cuerpo, un estilo y una forma de actuar; tú no ves una vela, sino que ves en ella la vida de alguien, paso a paso, con todos los componentes y la gente que rodea a la persona en cuestión; tú no ves maquillaje, sino secretos y complejos (no siempre arreglarse significa eso, claro); no ves el photoshop con el que jugamos a retocar fotos, sino que ves un programa de ordenador que vuelve a la imperfección humana, la perfección humana...- hizo una pausa, y levantó la cabeza para ver mi cara perpleja- ves el mundo desde otro punto de vista... como si, aparte de lo existente, hubiera también piececitas y espejitos que hacen que todo tenga una forma diferente...

Y así ha sido como un gran amigo me ha dado el nombre que de verdad me ha convencido: "La niña del caleidoscopio". Y, para firmar los relatos sobre mi forma de ver las cosas, no había nombre mejor con el que firmar.


Os he contado mi historia, en unas cuantas palabras y en una historia que, aunque no sea de las mejores que he escrito, es un bonito recuerdo, ya que está basada en hechos reales... así que, dando las gracias a "escafiable" por animarme a escribir un blog y, sin darse cuenta, darme nombre; y a mi queridísimo novio, Pablo, que me ha curado todos mis males y me ha devuelto a mi vida, siempre animándome a plasmar mis ideas y pensamientos sobre las teclas de mi ordenador de la forma más agradable: con una sonrisa en la cara y haciéndose querer cada día un poco más; me despido con un pequeño: "hasta la próxima entrada", cosa que espero que sea pronto.


Atte:

La niña del Caleidoscopio.






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