viernes, 30 de julio de 2010

Contrastes

Me he pasado un buen rato pensando...

He pensado en el perfeccionismo que se los exige en la vida: en los estudios, en casa, con los amigos o incluso en pareja; y me he dado cuenta de que soy la prueba viviente de todos ellos.Llevo desde pequeña estudiando como real obsesa del conocimiento, adelantándome a algunas lecciones de clase y esforzándome al máximo por sacar mi máximo rendimiento académico para que éste no pudiera ser comparado con el de las máximas figuras del estudio que me rodeaban. Eso implica una exagerada percepción de la actitud perfeccionista. Siempre se nos exige media vuelta más: si llegamos a un 4, se los dice que podemos llegar al 5, si llegamos a éste, nos piden el 6. Así como las reglas sociales también nos obligan a llegar a ciertas notas para acceder al futuro que "NOSOTROS" elegimos. Digo "nosotros" porque nosotros lo encaminamos, cierto, pero son nuestra familia, nuestro colegio, instituto... influyen en ésta decisión, así como las notas nos limitan el acceso a esos estudios. Realmente elegimos el futuro que nos permiten elegir.

En la familia... llevo desde pequeña intetando ser la hija 10 de la que los padres están orgullosos... pero ahora que crezco y tengo una percepción de mi misma más o menos "real", conociendo mis virtudes y defectos, así como mis obligaciones y devociones; puede que haya dejado atrás ese modelo ejemplar, y ahora en mi familia les parece un cambio radical y no precisamente bueno... pero realmente no es un cambio: no es que haya pasado de ser ideal a ser mediocre, esque he pasado de fingir ser un ideal de niña para ser yo misma. Sin embargo, se me exige el mismo rendimiento, y apuesto a que no soy el único caso. No obstante no culpo a los padres, sino a la sociedad que les invita a buscar la vida que todo el mundo busca y sentirse orgullosos de ella. La era en la que vivimos se basa en la búsqueda contínua de un ideal de la familia ya creado aunque pocos lo perciban. Este ideal implica una familia feliz, donde no se pase hambre y cuyos hijos sean educados, responsables y ejemplares en los estudios, con el único fin de que los padres puedan decir "mi hijo es un 10", y, aunque no farden de ello, tienen la necesidad de poder pensarlo para ellos. No sé como es la mente de un padre, porque no he tenido la ocasión de sentirme como tal, pero supongo que eso también se debe a la búsqueda de un futuro con ese ideal de familia para tu hiijo.

Con los amigos... no es tanto la perfección como la popularidad justa la que se busca. Queremos destacar, que se nos conozca, pero no en exceso para que no se nos suba a la cabeza, queremos que nos quieran nuestros amigos, pero no por lástima. Buscamos el equilibrio entre popularidad y anonimato, entre una buena imagen física y la imagen casual, entre la actitud divertida y la de alguien en quien se puede confiar. Y, en más de un caso se renuncia a la personalidad propia por no romper el esquema de nosotros que mantienen nuestras relaciones de amistad. Pues bien, yo he pasado TAMBIÉN por ese estadio, hasta que me cambié de instituto y decidí que me daba ya igual si mis amigos notaban un cambio radical, que tampoco podían quererme si perdía la felicidad con el único fin de mantener una actitud constante, y llegué a una conclusión cierta, irónica y sencilla: "la imagen constante de uno mismo se encuentra en los altibajos, excesos y déficits de cada uno mostrados siempre como algo normal."

En pareja, no es el querer mantener un equilibrio, ni querer acercarte a un ideal, ni el esfuerzo por un rendimiento máximo; sino que se trata de una lucha constante por ser la pareja perfecta, siempre inundada por el miedo de dejar de gustar a tu pareja. Pues bien, después de haber vivido un apartado de mi vida en estas condiciones, me dí cuenta de que había sido en vano, porque si alguien te quiere, te quiere por cómo eres y no por cómo te esfuerzas en ser... digamos que descubrí otra frase irónica y cierta que decía así: "la perfección se encuentra en el caos". Me explico, me esforcé tanto en ser la pareja perfecta, la media naranja ideal, que llegué a dejar de gustar a alguien: a mí misma; lo cual me causaba frustración y ciertos problemas... hasta que pensé que amar significa algo más que besos y abrazos, así como obsesión por una persona; amar significa encontrar la perfección en los rasgos característicos y no necesariamente perfectos de alguien.

Os digo mi consejo porque en mi caso ha funcionado, y he encontrado un amor que no se basa en percepciones erróneas.

-¿Quereis ser perfectos? Empezad por serlo para vosotros mismos.
-¿Cómo ser perfectos? Volveos completamente alocados y caóticos.

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